El autobús de mi tío

El autobús de mi tío es grande y amplio, caben unas sesenta o setenta personas. Es un autobús nuevo y moderno. Tiene dos televisiones grandes para ver películas, y un reloj. Es bastante largo, su cabina es redonda; tiene dos puertas de entrada, una delante y otra en medio. Posee seis grandes ruedas que, según mi tío, son antideslizantes. Tiene veinte ventanillas, diez a un lado y otras diez al otro, más la luna delantera y trasera. Tiene cortinas amarillas y azules que se pueden abrir y cerrar fácilmente. Los asientos siempre van de dos en dos, menos los de detrás, que son cinco, y el del conductor, que es uno. Me gusta montarme delante para hablar con mi tío u otro chófer. El maletero lo tiene debajo, dividido en la parte del chófer y la de los viajeros. Justo detrás de todo, tiene un gran motor muy potente; el chófer dice que antes perdía aceite, pero ya está a punto.

Flaman

Flaman

Voy a describir a mi personaje fantástico favorito. Flaman es alto y delgado. Es un joven con el pelo castaño y la frente despejada. Su cara es ovalada y su piel morena. Sus cejas son un poco pobladas y sus ojos marrones. Tiene las orejas normales, ni muy grandes ni muy pequeñas. Su nariz es recta y gruesa, tiene la boca pequeña. Sus dientes son blancos y no tiene ni barba ni bigote. Su carácter es alegre y divertido como una fiesta. Le gusta la música moderna y salvar a las personas. Su trato con la gente es bueno y agradable. También tiene un grupo de amigos que le ayudan a salvar a las personas.

Siempre que puedo veo la serie.

Juan Sin Miedo

Reflexion final

Esta historia me ha enseñado que, aunque algunos digan que no tienen miedo, sí lo tienen, porque todas las personas del mundo tenemos miedo a algo y si no tienen miedo es que no conocen suficientes cosas para tenerlo.

Un otoño triste

Hace muchos años, a principios del siglo XIX, en un bosque de Torrelavega, ocurrió un hecho que cambiaría la vida de dos pequeñas hermanas. María y Juana eran dos niñas de cuatro y ocho años, respectivamente.

María era la mayor; era una niña rubia con el pelo largo. Sus ojos eran claros y tenía siempre una gran sonrisa. Le encantaban los animales, sobre todo los gatos. Su gato se llamaba Blanquito.Vestía con un vestido y chaleco gris y un lazo blanco.

El pelo de Juana también era rubio, aunque más corto que el de su hermana. Sus ojos, en cambio, eran oscuros y grandes. Juana era una niña traviesa y juguetona. Su juguete preferido era un caballito pequeño de madera que le había hecho su padre. Vestía con un vestido marrón y rosa y un pequeño lazo en el pelo.

Un día de otoño fueron a dar un paseo las dos niñas. Al llegar a casa vieron que sus padres no estaban, ellas no se preocuparon hasta llegar la noche. Al día siguiente decidieron ir a buscarlos y encontraron su ropa al lado de una cueva de lobos. Las niñas vieron pasar a un cazador y le avisaron que sus padres habían desaparecido. El cazador decidió coger su arma y entrar en la cueva. Al cabo del tiempo salió y les dijo que sus padres habían muerto. María rompió a llorar, no sabía qué iba a pasar con ellas a partir de ahora. El cazador se compadeció de ellas y, como él y su esposa no tenían hijos, decidieron adoptar a las dos hermanas.

María José

María José  tiene 35 años. Es de mediana estatura y  de constitución delgada. Tiene el pelo largo y rubio. Su cara es ovalada y tiene la frente ancha y despejada. En su cara destaca una gran boca con labios carnosos y dientes blancos. Sus ojos son grandes y marrones. Su nariz es muy recta. María José es de piel morena. Ella es una persona de carácter fuerte y segura de sí misma, que a veces puede parecer distante.  Le gustan las motos y los deportes de aventura, aunque normalmente viste con ropa muy elegante y femenina. Ella es la alcaldesa de un pequeño pueblo de Sevilla. No hablo mucho con ella, pero cuando lo hago siempre termino alegre.

Crecer

Reflexión final

Esta lectura me ha gustado, porque me enseña que tener hijos es lo más importante y las madres quieren lo mejor para ellos.

EL ANCIANO

Pepe era un anciano que vivía con su hijo. El anciano ya no trabajaba y se ocupaba de las tareas de la casa: hacer las camas, limpiar, hacer la compra, etc...  Un día, como otro cualquiera, se fue a hacer la compra. Mientras volvía a casa, se dio cuenta de que no llevaba las llaves. El anciano tuvo que esperar a plena luz del día, en agosto hasta las dos de la tarde, sentado en el escalón hasta que llegó su hijo. Desde ese día dejó una llave debajo del felpudo de su puerta.

Las babuchas irrompibles

Reflexión final

Esta historia nos enseña que no hay que ser tacaño ni avaro y pensar en las consecuencias que tiene lo que hacemos.