Aquella mañana a Estrella le costó trabajo levantarse. Había trabajado hasta tarde la noche anterior.
Estrella era una mujer simpática, joven y guapa. Tenía el pelo corto y rubio. Era alta, flaca y con la cara llena de pecas. Cogió el coche y se dirigió al laboratorio a las afueras de Madrid donde trabajaba. Cuando llegó, en el aparcamiento, vio a su amigo y compañero Roberto.
Roberto era pequeño y gordo. Su pelo era moreno y rizado. Tenía barba y un tic en el ojo. Era musulmán.
El laboratorio donde trabajaban era una sala grande y con mucha luz. Tenía grandes mesas llenas de microscopios, balanzas, pipetas, probetas y vidrio.
Estrella y Roberto estaban trabajando en crear un nuevo animal: mitad araña, mitad cerdo. Se llamaría Spidercerdo.
Mientras subían por el ascensor, vieron como un extraño animal, quería abrirles la puerta. Al principio se asustaron mucho, pero después comprobaron que era su experimento. Se había escapado del laboratorio. Roberto intentó cogerlo, pero el Spidercerdo era más grande que él. Entonces Estrella sacó del bolso una jeringa con tranquilizante, para poder atraparlo, y se la puso. En unos segundos, el Spidercerdo cayó al suelo. Roberto y Estrella lo arrastraron hasta el laboratorio donde lo hicieron pequeño y metieron en una probeta para seguir investigando con él.
Estrella era una mujer simpática, joven y guapa. Tenía el pelo corto y rubio. Era alta, flaca y con la cara llena de pecas. Cogió el coche y se dirigió al laboratorio a las afueras de Madrid donde trabajaba. Cuando llegó, en el aparcamiento, vio a su amigo y compañero Roberto.
Roberto era pequeño y gordo. Su pelo era moreno y rizado. Tenía barba y un tic en el ojo. Era musulmán.
El laboratorio donde trabajaban era una sala grande y con mucha luz. Tenía grandes mesas llenas de microscopios, balanzas, pipetas, probetas y vidrio.
Estrella y Roberto estaban trabajando en crear un nuevo animal: mitad araña, mitad cerdo. Se llamaría Spidercerdo.
Mientras subían por el ascensor, vieron como un extraño animal, quería abrirles la puerta. Al principio se asustaron mucho, pero después comprobaron que era su experimento. Se había escapado del laboratorio. Roberto intentó cogerlo, pero el Spidercerdo era más grande que él. Entonces Estrella sacó del bolso una jeringa con tranquilizante, para poder atraparlo, y se la puso. En unos segundos, el Spidercerdo cayó al suelo. Roberto y Estrella lo arrastraron hasta el laboratorio donde lo hicieron pequeño y metieron en una probeta para seguir investigando con él.