Era un día soleado, yo iba paseando por el campo con mi caballo, me encontré una perra. Era blanca, tenía la cabeza pequeña y las patas largas, el rabo alargado y recto y las orejas puntiagudas. Pero, a pesar de ser bonita, parecía tonta y poco acostumbrada a la gente. Tenía una herida en la barriga, parecía una mordedura de otro animal. Con cautela, la cogí y la llevé a casa. Con la ayuda de mi madre curamos su herida con agua oxigenada y betadine. Después mi madre me acompañó al cuartel de la Guardia Civil a informar de mi hallazgo, por ver si su dueño la reclamaba. Era una perra preciosa, mi madre dice que parece de raza galga. Estaba triste, aunque con su mirada parecía darme las gracias por mis cuidados.
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