Un día salimos con el club de caballistas para ir a la romería de Valderrubio. Mientras esperábamos para irnos todos juntos, vimos a un hombre pegándole a un caballo. Mi primo le preguntó que por qué le pegaba.
- Este caballo es un inútil, no está domado. Sólo come y eso cuesta dinero -respondió el hombre.
- ¿Cuánto quiere usted por él? -preguntó mi primo.
- Cuatrocientos euros -respondió el hombre.
Al día siguiente fuimos a por el caballo y le dimos el dinero; pero no podíamos llevárnoslo, porque estaba demasiado desconfiado, hasta que le di una manzana y pude meterlo en el van y llevarlo hasta la cuadra. Le pusimos de nombre, Embrujo. Siempre iba a verlo y lo sacaba a pasear.
Domé al caballo y lo llevamos al año siguiente, de nuevo, a la romería de Valderrubio. Cuando el club de caballistas lo vio, se asombró del magnífico trabajo que había realizado.
- Este caballo es un inútil, no está domado. Sólo come y eso cuesta dinero -respondió el hombre.
- ¿Cuánto quiere usted por él? -preguntó mi primo.
- Cuatrocientos euros -respondió el hombre.
Al día siguiente fuimos a por el caballo y le dimos el dinero; pero no podíamos llevárnoslo, porque estaba demasiado desconfiado, hasta que le di una manzana y pude meterlo en el van y llevarlo hasta la cuadra. Le pusimos de nombre, Embrujo. Siempre iba a verlo y lo sacaba a pasear.
Domé al caballo y lo llevamos al año siguiente, de nuevo, a la romería de Valderrubio. Cuando el club de caballistas lo vio, se asombró del magnífico trabajo que había realizado.
Pobrecillo ¿el que culpa tenia de no estar domado?Que malo era ese hombre.
ResponderEliminar